jueves, 14 de julio de 2011

La especialización en el bachillerato. Parte uno: La diferenciación entre la ciencia y lo humano. Por: Aylen Díaz García

Yo soy bachiller en humanidades, al momento de graduarme, mi promoción que contenía 16 bachilleres, fue la última de la Unidad Educativa en la que obtuve el título. En ese momento me preocupó enormemente el desinterés que los estudiantes sentían por las humanidades, hasta el punto de desaparecer en la inmensa mayoría de las Unidades Educativas. Esta preopación hoy en día se ha convertido en motivación por hacer la discusión respecto a que está detrás de este aparente desinterés en lo humano, en lo social. Es por ello que redacto este artículo llamado “La Especialización en el bachillerato” y que a su vez se divida en tres partes que implican análisis de distintos elementos de este fenómeno.

En Venezuela a educación en bachillerato conduce al joven estudiante a tomar una decisión que definitivamente marcará el resto de su vida, aún cuando este joven no sea consciente de ello, esta es la elección de cursar los últimos dos años del bachillerato, denominados ciclo diversificado, en la mención de humanidades o ciencias.

Los últimos años del estudio de este ciclo diversificado invitan al joven estudiante a seleccionar entre estas dos opciones –ciencias y humanidades- que a su vez contienen información a través de materias tan distintos que son perfectamente identificables; en el caso de humanidades se cursará latín, francés, sociología y filosofía, y en el caso de las ciencias se cursarán las tradicionalmente temidas química, física y biología.

Hay diversos factores que me permiten afirmar que esta pretendida especialización en esta etapa del bachillerato es negativa para el proceso educativo, y a continuación me propongo a dilucidar mis críticas al respecto de este sistema.

En primer lugar es indispensable traer a colación la discusión acerca de que concebimos como ciencia. La mayoría de las personas maneja una definición de ciencia que va orientada a afirmar que es un estudio de cosas tangibles y objetivas; esta visión absurdamente positivista de la ciencia explica el porque el Estado venezolanos considere prudente hacer una separación entre las dos opciones de especialización que ofrece el bachillerato.

La idea de conocer la ciencia como un cúmulo de conocimientos absoluto, objetivo y universal es en realidad una visión no sólo conservadora y positivista, sino, en mi opinión, retrograda e incluso reaccionaria. Por supuesto que la ciencia implica estudio y conocimiento, por supuesto que es necesario el uso de métodos que garanticen un orden en la forma como hacemos investigación, por supuesto que la ciencia busca explicarse fenómenos; la cosa está en entender que son fenómenos de todo tipo los que aspira comprender la ciencia, son metodologías tan diversas como sea necesario de acuerdo al fenómeno particular que se desea investigar, es el conocimiento todo al que aspira la ciencia. Es decir la ciencia es en última instancia la búsqueda de conocimiento, y bajo esta premisa lo científico se abre como un abanico de posibilidades que permitan acceder a todo tipo de conocimientos; sin embargo –y lamentablemente- “la ciencia” es un concepto secuestrado, apropiado por un sector de la comunidad del conocimiento; además de institucionalizado como una forma de conocimiento exclusivísima y tan especializada que sólo pocos tendrás acceso a ella y que además excluirá al resto de los conocimientos y saberes. No en vano son comúnmente conocidas las ciencias naturales como “ciencias duras” o “ciencias puras”, pero, ¿qué es lo puro en ellas?, ¿Qué las hace tan distantes de todos nosotros?

Las humanidades, los estudios de la sociedad son vistos desde esta perspectiva como estudios poco sistemáticos, y en definitiva poco serios justamente por que su objeto de estudio es la sociedad misma, individuos que transforman su propios entorno y actúan de forma impredecible escapándose de la posibilidad de universalizarlos y establecer sobre estos reglas de tipo deductivo. Además el dilema se complejiza debido a que los sujetos que investigan son también miembros del objeto de estudio, que es la sociedad misma; esto ocasiona que los estudiosos de ciencias sociales seamos conscientes de la subjetividad intrínseca en cada uno de los estudios que desarrollamos, pero esto a su vez abre una puerta la discusión de fondo que transversaliza la especialización entre ciencias y humanidades, y esta es justamente el paradigma positivista de la objetividad.

La ciencias naturales se jactan de ser objetivas como su premisa fundamental, yo en lo particular no pretendo hacer una discusión respecto a la objetividad de las ciencias naturales ya que sobre este tema se ha hablado y escrito durante siglos, pero si considero necesario aclarar que el método científico se adecúa a lo que se pretende estudiar y en este sentido es lógico que sobre las naturales prevalezca la objetividad y sobre las sociales la subjetividad, simplemente porque lo que pretenden conocer es responde a lo objetivo y lo subjetivo respectivamente. Sin embargo, la comunidad de la ciencias naturales se ha hegemonizado sobre la definición de ciencia, separándola de lo social y de lo humano. Esta distancia además de absurda resulta poco ética, al fin de cuentas el estudio científico orbita alrededor de la humanidad y sus condiciones de vida.

La separación entre ciencias y humanidades entonces resulta una separación odiosa, que además limita por mucho la posibilidad de conocer la totalidad de las cosas y que genera una especie de segmentación que genera especialistas incapaces de conocer e interpretar más allá de su pedacito de conocimiento segmentado.
Por último considero que el bachillerato es un momento educativo que debe animar al estudiante a conocerlo todo, a querer saber todo y dentro de ese todo identificar aquello que lo apasiona, pero sin castrar la posibilidad de visualizar la integralidad de las cosas.

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