jueves, 14 de julio de 2011

La Escuela, El Texto Escolar Y La Igualdad De Género. Parte 1. LA ESCUELA. Por: Br. Ruiz, María y Br. Valdéz, Andrea


El papel que juega la educación para cualquier nación es fundamental, pues es a través de esta que se forman, además de manera obligatoria, sus ciudadanos y ciudadanas, por medio de la educación objetivamos las normas, valores y vectores ideológicos que acompañaran al hombre y mujer a lo largo de todo su desarrollo.

La escuela

Desde que ingresamos por primera vez al sistema escolar, siendo tan sólo unos niños (4 años), empieza nuestro proceso de formación intelectual, académica, el reforzamiento de los valores que nos fueron inculcados en casa y si no fuese el caso, la escuela se encargará de enseñárnoslos, comienza un mundo de contradicciones, somos “libres”, tenemos muchos artículos para jugar, para pintar, para expresarnos, pero en algunos casos ni podemos acercarnos a estos o solo los podemos tomar bajo ciertas condiciones de tiempo, etc. En un artículo para la Revista Iberoamericana de Educación, Fernando Reimers[1] afirma que:

 Las escuelas existen por muchas razones. Los estudiantes asisten a ellas con la esperanza de aprender contenidos y habilidades que les permitan vivir en sociedades complejas. Los padres y madres de familia envían a ellas a sus hijas e hijos con la intención de que las escuelas les ayuden en el difícil trabajo de educarlos y confiando en que lo que allí aprendan les ayude a mejorar sus oportunidades en la vida. Los maestros y directivos asisten a las escuelas porque en ellas encuentran un espacio de trabajo y de desempeño de su papel en la sociedad.

Todo el proceso de enseñanza que empieza a gestarse a partir de esa edad, es otorgado y entregado casi en su totalidad a la escuela, en algunos casos más allá del deseo de nuestros padres que de aprendamos cosas nuevas, es una suerte de alivio, en tanto que el número de horas dedicadas a nuestro cuidado en cierta manera se reduce, pues ahora ya son otros los que se están encargando de nosotros y de nuestra formación para en el futuro desarrollar una labor, que nos sirva para construir una vida estable llena de “oportunidades”, pues la escuela nos da diversas herramientas para desenvolvernos, en difícil mundo del mercado laboral.

Hoy día existen varias visiones acerca de lo que debería ser la escuela. Sin duda alguna existe y creemos que es el modelo que se lleva a cabo actualmente y desde hace mucho, la escuela como institución mercantilista, que fija ciertos valores hegemónicos, controlados por los grupos dominantes y por la figura del Estado, en los individuos desde muy temprano. Todos los valores, códigos, símbolos, funciones, normas, leyes, reglamentos y comportamientos, nos son impartidos en un nivel muy básico en nuestros hogares, pero en un nivel superior en las instituciones de educación. Ahora todo esto cala en el tejido social en función de optimizar la capacidad productiva de esos sujetos que están en plena formación y que deben enfrentarse a un mercado laboral voraz por demás, donde al mismo tiempo deben desarrollar capacidades, aptitudes y competencias en términos de productividad y sistemas de producción, que se imponen como la única opción; esto trae consigo un sin fin de aspectos como, la individualidad, el egoísmo, la competencia, etc. Respecto a esto Gentili y Da Silva[2] afirman:

Los neoliberales definen un conjunto de estrategias orientadas a transferir la educación de la esfera de los derechos sociales a la esfera del mercado. Para ellos, la crisis educacional es, antes que nada, una crisis de eficiencia, eficacia y productividad derivada del inevitable efecto perverso al cual conduce la planificación y el centralismo social.


Esto significa que, la educación ha pasado del ámbito social al ámbito económico, enfocada en la capacitación empleados que entran en un mercado laboral cada vez más exigente y exclusivo, no es de importancia la calidad del contenido enseñado sino lo que éste puede hacer en términos de productividad. Sin embargo, cuando pequeños también se nos habló de solidaridad, respeto, comprensión, compañerismo, compartir, etc., pero esto a su vez se va alejando permanentemente de la realidad social en que vivimos y choca frontalmente con ésta, también se nos dice que no podemos renunciar a formarnos académicamente porque no obtendremos un buen empleo, que a su vez se traduce y se asocia a bienestar personal, familiar y social.

Ahora bien queda claro que existen aquellos que en su expresión y ejercicio del poder, citando un poco a Foucault, se interesan en el tema de la educación, porque han entendido que por medio de ésta se puede llegar a las masas, para continuar el proceso de reproducción de la educación mercantil, que forma sujetos sistematizados para aumentar las capacidades de producción, lo que lleva a un beneficio económico, y es que no estamos criticando la obtención de una remuneración económica a través del desempeño de labores, la crítica está enfocada en que este hecho se convierte en el eje central de la formación intelectual y académica de los ciudadanos y ciudadanas, creando entre estos categorías de primera y de segunda, donde no se valora en sí la emancipación de los individuos por medio del conocimiento, no se reconoce entonces, el conocimiento como hecho liberador, mucho menos a la escuela como centro de encuentro de identidades, diálogo con el “otro”, donde se concentran la diversidad cultural y la otredad, por tanto la tolerancia, el respeto y la aceptación de lo diverso deben ser los valores exaltados en los centros de educación escolar.

En la escuela se producen varios niveles de relaciones pues, en primera instancia está el acercamiento a la imagen del maestro o maestra como figura representativa del saber y de autoridad y que nos guía en el mundo del conocimiento, también en otro nivel están las relaciones de los niños y niñas con sus iguales, una relación más abierta, comprensible y justa, en términos del poder. Asimismo, la escuela se encuentra en un vaivén entre el pasado y el futuro; el pasado porque en la actualidad en cuanto a contenido y metodologías se sigue trabajando en función de un sistema educativo remontado a hace treinta o cuarenta años y el futuro en tanto que el resultado de esa formación académica-intelectual preserve el orden social existente, siendo instrumento de determinadas posturas ideológicas para el sostenimiento de las prácticas sociales y económicas existentes.

Jurjo Torres[3] cita a L. Althusser afirmando lo siguiente:

La importancia de la Escuela, según dicho autor, vendría dada por características como las siguientes: recoge a los niños y niñas de todas las clases sociales, obligándoles a asistir indefectiblemente a sus instalaciones durante un buen número de años, y los prepara y clasifica para desempeñar en la sociedad clases diferentes de funciones.

                                                                                                       
Así se van legitimando a nivel de las distintas funciones, las diferentes  relaciones de dominación, que son generadas como vemos inclusive en las instituciones de educación, así existen los que son explotados y otros son que explotadores; los que ejercen la represión y los reprimidos, que en la mayoría de los casos son los mismos que son explotados.

Por su parte, también existe la visión progresista de aquellos que creen que la educación del pueblo funciona como eje transformador, para concebir ciudadanos y ciudadanas críticos y reflexivos, capaces de pensar y trabajar en función de una sociedad más justa e igualitaria. Una reflexión de José Tamarit[4], nos ayuda a ilustrar mejor esta idea:

[...] lo que se analiza aquí es la necesidad de educar a los alumnos con el conocimiento y habilidades que necesitarán para participar en el mundo público, para ser actores de un gran escenario y participar en la conversación pública que prevalece acerca de temas educativos, políticos, sociales y culturales. Esto sugiere prácticas educativas que conecten el pensamiento crítico con la acción colectiva, el conocimiento y poder con una impaciencia profunda con respecto al status quo, y a la mediación humana para la responsabilidad social. Las escuelas deben proporcionar a los alumnos posibilidades de pensamiento crítico, de ciudadanía social y una vida democrática vigorosa”.”Los docentes deben poder discutir las formas de pedagogía que cierran la brecha entre la escuela y el mundo real. El currículo debe estar organizado alrededor del conocimiento que se relaciona con las comunidades, las culturas y las tradiciones que dan a los estudiantes un sentido de historia, identidad y lugar.


[1] Fernando Reimers es profesor asociado de la Escuela de Postgrado en Educación en la Universidad de Harvard, EE.UU., donde dirige el Postgrado en Políticas Educativas Internacionales con énfasis en temas de desigualdad.
[2] Citado en De Luca, Silvia. La escuela como agente socializador. ¿Enseñar para adaptarse a la sociedad o para transformarla? análisis de posturas y presupuestos teóricos y metodológicos.
[3] Jurjo Torres “El currículo oculto”.
[4] José Tamarit, citado en De Luca, Silvia. La escuela como agente socializador. ¿Enseñar para adaptarse a la sociedad o para transformarla? análisis de posturas y presupuestos teóricos y metodológicos.

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