lunes, 29 de noviembre de 2010

Comentando Sobre "El orden del discurso" Michel Foucault


El acto de comunicar va mas allá de transmitir a otros lo que pienso, siento o deseo; todo esto es altamente condicionado por la sociedad donde me encuentre, las características y creencias de la misma, a su vez de los subgrupos sociales que pertenezcan a esta; en todo grupo social existe la calificación de positivo, negativo, bueno, malo, bonito, feo, etc., todo esto va a incidir enormemente en mi conducta y en el discurso que yo ejerza en lugares y sitios determinados, por ende la expresión completa del ser humano ante otras personas es bastante reducida,  y en nuestros discursos se pueden plasmar deseos pero con una especie de disfraces o maquillajes que permiten la aceptación social; es como una verdad a medias, o como una mujer con maquillaje para “verse bonita” para una ocasión especial; en nuestros discursos existen deseos implícitos o reprimidos que buscan manifestarse a otros con el temor de ser rechazados; a través del discurso nos adueñamos de un hecho ocurrido, contándolo desde nuestra perspectiva, donde podemos protagonizar, ridiculizar, alabar y otro sin fin de calificativos que nos permite la narración, buscando mayoritariamente una adecuación a la realidad, pero siempre siempre a nuestros intereses y experiencias de vida.  Las múltiples exigencias sociales logran periódicamente en los individuos una “saturación del yo” y una expresión de aquello que se suele reprimir para la aprobación de los grupos sociales, precisamente en esos casos es muy común ser tildados de locos, debido a que manifestamos conductas inapropiadas para el medio que nos rodea, en esas condiciones es fácil decir palabras no acordes a lo establecido como normal en un ser social (con las características que debemos poseer cónsonas a nuestra edad y posición social); al “estallar” o sacar a relucir nuestros deseos reprimidos podemos estar siendo mas humanos pero también menos sociales.
Existen conceptos y construcciones sociales de “verdad”; “bueno”; “malo”, etc., esto avalado por instituciones, disciplinas científicas y prácticas funcionales, constantes y antiguas de nuestra sociedad, cualquiera que atente contra dichas “verdades” ya establecidas es fácilmente llamado “hereje”, “loco”, etc., por que cuestiona aquello que ya está establecido como correcto, por ende nuestro discurso debe ir acorde a lo que la sociedad ha establecido como “verdadero”, esto sugiere inmediatamente los elementos “Censura” y “Coerción” en el individuo (en su vida, discurso, actos, etc.) debido a que existen líneas de las cuales no nos podemos apartar y debemos regir en ellas hasta nuestra forma de hablar.
Entre más apoyo teórico y/o científico posea una teoría y/o un discurso, más verdadero es, más rígido, impenetrable, incuestionable, etc., esto limita la investigación de esa teoría, e inconscientemente se transmite que ya esa verdad está dicha y buscar desmontar dicha “verdad” es una tontería, perder el tiempo, etc.; esto a parte de limitar la investigación (en dicha área) facilita la implantación o mejor dicho el adoctrinamiento a muchas personas de ese conocimiento, condicionando sus mentes a lo que la(s) ciencia(s) ha(n) avalado como  correcto y dificultándoles el cuestionamiento de ello.
Así como existen sistemas de investigación y comprobación científica, existen sistemas de exclusión que buscan desmontar todo aquello que no posea una coherencia o aprobación científica, que atente contra el paradigma cognitivo actual.
Aquellas investigaciones, discursos y/o teorías que han logrado ser aprobados por comunidades científicas y a su vez han perdurado en el tiempo y se han masificado poseen un carácter e importancia mayor que aquellos discursos cotidianos de comunidades no estudiadas, pero ambos están intrínsecamente relacionados, debido a que los primeros inciden en los segundos y de los segundos nacen los investigadores que elaboran los primeros; en otras palabras, el conocimiento científico es construido por personas que nacieron en un vocabulario cotidiano, pero que a través de sus estudios y discursos científicos han logrado incidir y transformar en alguna medida dicho discurso cotidiano.
Hay discursos de poder que merecen ser repetidos como las oraciones para sanar enfermos; como un discurso incluyente que llegue a las mayorías afectadas y a la clase obrera explotada; que busque la preservación del medio ambiente, etc., muchos de esos discursos poseen un antecedentes teóricos densos, producto de amplios estudios pero que al ser manejado en lo cotidiano por las mayorías se saltan muchos de los detalles planteados en la teoría original y se simplifica su divulgación y carácter científico.
Bueno esto es una especie de abreboca para este denso tema, donde quise abordar basado en el Orden del Discurso de M. Foucault, mis experiencias de vida, estudios de teorías sociales, etc., el tema de que la comunicación, las teorías, lo discursivo y como todo es condicionado por las construcciones sociales, instituciones, prácticas antiguas y comunidades científicas en redes que proponen modelos de discursos, lenguajes y conocimientos que censuran y limitan las practicas humanas.

Mariano Montilla

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